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Portadas 29/4/2010

Entrevista a Sandro Mazzola

Sandro Mazzola (Turín, 67 años) dice que el calcio ha muerto porque el regate se ve con malos ojos y porque los niños prefieren el esquí al balón. Mazzola, ahora comentarista de la RAI, fue el delantero de aquel gran Inter que, a las órdenes de Helenio Herrera, levantó dos Copas de Europa, en 1964 y 1965.
 

Pregunta. ¿Le sigue gustando el fútbol?
Respuesta. A mí sí. Son los niños italianos de ahora los que ya no juegan al fútbol. Tengo un sobrino de 14 años, en Navidad o Semana Santa se junta con todos los primos: son 25 y no hay 11 para jugar. Prefieren ir a esquiar. Viven acomodados, por eso ya no salen futbolistas. Han desaparecido los campitos de la Iglesia. Yo jugaba en uno de 20 por 30 metros. Éramos 35 y había que regatear. El que no lo hacía, no jugaba nunca. Ahora todo son espacios grandes, en el calcio el regate no está bien visto. Prima lo físico. Tenemos a Totti, Del Piero, Cassano, ¿y quién más? Nos equivocamos.
P. ¿Cómo era el fútbol cuando jugaba usted?
R. La mía fue la generación que no había vivido la guerra, pero sí acababa de salir de ella. Había hambre y a los niños pobres no nos quedaba otra cosa que el fútbol. Podías correr en bici, pero para comprar una bicicleta había que tener dinero. Para comprar una pelota de plástico hacíamos una colecta. Y te morías de ganas de que llegara el domingo para ir al campito de la iglesia a jugar. Y el cura, don Giordano, no nos daba las llaves si no íbamos todos a la misa de las 7.30 de la mañana. En el campo hacías lo que te daba la gana, sin más, sin esquemas.
P. ¿Ni cuando llegó al Inter?
R. No. Cuando llegué era el más pequeñito y el más flaco, me pusieron de ala. Lo odiaba, sufría, era un infierno estar pegado a la cal. Pero aprendía, porque Giuseppe Meazza, mi técnico, daba clases de vida y muy pocas de fútbol.
P. ¿Qué tipo era?
R. Una persona excepcional. Era el responsable de las categorías inferiores. Era ya un poco mayor y se pasaba el invierno vestido de paisano mirándonos desde lejos. Cuando llegaba el calorcito de la primavera se ponía el chándal y bajaba al césped. Le pedíamos que jugara con nosotros. Me encantaba tenerle en el campo, nunca he visto a nadie con su golpeo de balón. La pelota salía tan rápida y tan fuerte y parecía que no le costaba ningún esfuerzo. Nos enseñaba a ser correctos. Una vez, en un partido que jugué de ala, no toqué bola me quejé con un compañero: 'Joder, es que no me pasas ni una'. Meazza me oyó y me echó la bronca: 'A ver pastina [algo así como fideos], yo he ganado dos Mundiales y nunca me he quejado de un compañero, la próxima vez que te oiga decir eso no vuelves a jugar'.
P. ¿Cómo eran los vestuarios?
R. Había alguna ducha y los baños eran para hacer todo de pie. Los vestuarios de San Siro estaban pegados los unos a los otros. Y, como calentabas en la puerta del vestuario, los rivales te veían y tú a ellos. Por aquel entonces eran 15 los que iban convocados. Recuerdo que Helenio, en un derbi, mandó a calentar a un compañero dentro del vestuario para despistar al Milan. El Mago era diabólico.
P. ¿Y las concentraciones?
R. A veces duraban seis días. Y tocaba escaparnos de vez en cuando. Recuerdo que Burgnich, al que apodábamos el cura, estudiaba los movimientos de H.H. Me dijo un día: 'Helenio ha dejado las zapatillas en la puerta y ha encendido la lámpara de la mesita de noche. Es una trampa, cuando hace eso es que se marcha a su casa a dormir. Vámonos'. Bajé al garaje para coger el coche, miré la ventana de Helenio y de repente le veo moviendo la cabeza de un lado a otro. Nos pilló. Nos escapamos igual y al día siguiente la bronca fue enorme.
P. Fue el primero en dejar a las novias ir a los hoteles...
R. Sería en el Roma, porque yo en el Inter nunca vi llegar una. Llegamos incluso a amenazarle con hacer huelga para acortar las concentraciones. Conseguimos convencer hasta a Luisito Suárez, el jugador más profesional que he conocido, que siempre decía lo mismo: 'En la España franquista no existe esto de la huelga'. Un día le dijimos al presidente Angelo Moratti que nos plantaríamos, y nos contestó: 'Me encantaría ver la cara que pone el cerebro'.
P. ¿Le llamaba cerebro a HH?
R. Sí, porque era para volverse loco. Cuando HH llegó a Italia el fútbol casi no era profesional. Él lo inventó e impuso reglas muy duras. Yo, con 11 años, cuando era mascota del Inter, veía a gente fumar en los vestuarios, con dos estiramientos jugabas, nada de calentar. Helenio lo revolucionó todo, fue el inventor del fútbol moderno. Siempre llevaba una gabardina negra y te miraba con esos ojos tan negros y penetrantes que te acojonaba. Cuando te hablaba siempre lo hacía acercándote el dedo a la cara.
P. ¿Hablaba de algo que no fuera fútbol?
R. No. Sólo nos decía que no nos pasáramos con las novias. No te vigilaba, pero porque se daba cuenta viéndote entrenar.
P. ¿Cómo celebraron los títulos intercontinentales?
R. En Buenos Aires llevábamos 20 días concentrados. Llegamos al hotel con la Copa y Helenio nos ofreció un vaso de agua, uno de vino y sopa de verdura. Nos miramos todos alucinados: ¿somos campeones del mundo y no hay champán? 'El domingo hay Liga contra el Varese', nos dijo. ¡Ni que fuera la Juve! Él siempre pensaba en el siguiente rival. Subimos todos a las habitaciones y volvimos a bajar a la media hora cuando Helenio ya se había dormido. Peiró se puso a hacer sangría, bebimos champán y dejamos todas las botellas vacías en la puerta de Helenio. A la mañana siguiente se fue como un loco a buscar al médico, que se supone que nos tenía que vigilar...
P. ¿Cómo eran las charlas?
R. Las famosas confessioni. Helenio te enseñaba una fotografía de tu rival y te explicaba todas las características. Una vez, antes de un partido contra el Everton, me dijo: 'Mira a éste, que sepa que hasta le han metido en la cárcel por dar una paliza. Pega como un forjador así que como no seas rápido con la pelota te va a machacar'. Entrenaba la cabeza antes que las piernas, como Mourinho.
P. ¿Qué estadio le impresionó?
R. El viejo Anfield. Era todo de madera, todos cantaban y daban golpes con los pies, había un eco enorme. Y el Bernabéu, me quedé mirando preguntándome si era de verdad. Lo mismo me pasó con Alfredo di Stefano, para mí era Dios y cuando me lo encontré en el Prater de Viena en la final de 1964 me quedé embobado mirándole. En el túnel casi no había luz, sólo un par de bombillas y yo miraba a Alfredo y me parecía que medía dos metros. Recuerdo que Luisito Suárez me dijo: 'Sandro, tú quédate aquí mirando a Alfredo, nosotros vamos a jugar la final'. Suárez era el comandante. Un día contra el Palermo me lanzó un pase por la izquierda. Fui a por la bola, pero cuando vi que no llegaba a ella me paré. Luisito me echó la bronca: 'Qué cojones haces, yo nunca fallo un pase'. Y era verdad, no fallaba nunca.
P. ¿Hoy tiene alguien su calidad?
R. No, quizás se le acerquen Xavi e Iniesta.
P. ¿Se enfrentó al Barça?
R. No, siempre jugábamos contra el Real Madrid de Di Stéfano, Gento y Puskas. Cuando les ganamos en Viena yo fui como un loco a por la camiseta de Di Stéfano pero me encontré a Puskas en el camino. Me dijo: 'Enhorabuena, yo jugué contra tu padre, eres digno de ser su hijo'. Y me dio su camiseta. Todavía la guardo.
P. ¿Hay algo de Mourinho que le recuerda a Helenio?
R. Que ha devuelto la pelota a los entrenamientos. Siempre entrena con ella. Y es un gran motivador. El Inter ahora funciona porque cada uno sabe lo que tiene que hacer y porque cada uno ha tenido que ganarse el puesto, incluido Eto'o. Helenio igual que Mourinho nos mantenía a todos despiertos. De hecho, dejamos de ser un gran equipo cuando nos creímos los mejores. No hay nadie que estudie tanto los rivales como Mourinho. Habrá mirado horas y horas de vídeos sobre el Barcelona. Y nada le pillará desprevenido.
P. ¿Cómo se le gana al Barça?
R. Impidiendo a Messi que reciba la pelota e impidiendo a Xavi hacer su juego.
P. ¿Qué recuerda de su padre [Valentino, fallecido en el accidente del Torino en Superga en 1949]?
R. Que era un medio que marcaba 25 goles por año, decían que era un fútbol mucho más fácil... pero él mezclaba técnica y fuerza.


19/4/2010
Fuente: ElPais.com

Entrevista a Ferran Olivella sobre HH

"HH era un fenómeno"

Ferran Olivella, capitán del Barça, recuerda la figura de Helenio Herrera, de quien mañana se cumple el centenario de su nacimiento 


Ferran Olivella nació en el Poble Sec, barrio obrero de Barcelona, el año que empezó la Guerra Civil (1936). Durante 13 temporadas, entre 1956 y 1969, disputó 513 partidos con el Barça, equipo del que fue capitán. Zaguero de la selección española que conquistó la Eurocopa 1964, Olivella ganó también dos Ligas (1958-59 y 1959-60) y una Copa a las órdenes de Helenio Herrera, de quien mañana se cumple el centenario de su nacimiento. Olivella vive en Castelldefels, jubilado después de 30 años dedicado a la enseñanza en un colegio de Sant Cugat, y recuerda que la Liga actual guarda un gran paralelismo con la del año 1958-59, ganada al final por el Barça.

Pregunta. Se cumplen 100 años del nacimiento de Helenio Herrera...
Respuesta. ...Un fenómeno. Pero un fenómeno que no se puede usted ni imaginar. Un fenómeno. Me sorprendió saber que cumpliría 100 años. Siempre me pareció mayor de lo que él decía, pero no tanto. Probablemente, el mejor entrenador que he conocido, un adelantado. Marcó un antes y un después.
P. ¿En qué sentido?
R. En todo, en todo. Nunca se había visto en España un entrenador que supiera todo lo que hacía el rival. Quién remataba los saques, por qué lado salía del regate el delantero... A mí, durante la semana, me iba informando: "este es un 'tocho' con los pies, este remata de primera, este..." Todo se cumplía. Especialmente cuando jugábamos en Europa. Mire, un día en San Siro le dijo a Ramallets: "El sueco le tirará el penalti por abajo, a la izquierda; no muy fuerte, sólo tiene que tirarse sobre su lado derecho". Y Ramallets le respondió: "Hombre, eso ya lo veré en el campo". A lo que HH replicó: "Mire, yo no tengo ningún problema. Si no está preparado para jugar este partido hay otro que lo está". Jugó, hubo un penalti y el sueco lo tiró por donde dijo el míster. Ramallets lo paró, claro.
P. Ningún equipo del Barcelona recibió menos goles que aquel con Ramallets, Olivella, Rodri, Gracia...
R. Es cierto, ningún equipo ha encajado menos goles en una Liga de 30 partidos. Pero teníamos un muy buen equipo, aunque es verdad que HH le pidió a la directiva que nos renovara a todos los defensas, que éramos todos de casa: "Con estos gano yo las ligas", le dijo.
P. ¿Cómo defendían tres defensas contra cinco delanteros?
R. Porque los dos medios cogían a los volantes, los laterales a los extremos y el central, al delantero centro. Nosotros les hacíamos el embudo: nos juntábamos los laterales por delante del central para que atacaran por banda. Y desde la banda no se hacen goles, así que controlábamos los centros y el juego interior.
P. ¿Por qué HH sólo duró dos años en el Barça, del 1958 al 1960, aunque posteriormente regresó al club, en la temporada 1980-81, cuando ganó la Copa?
R. Lo destituyeron. Había suaristas, kubalistas y herreristas. Y al final, Suárez se fue al Inter; echaron a HH y se fue con Luisito Suárez. Resultado: el Inter lo ganó todo, también la Copa de Europa. Hasta en eso fue listo. Helenio tenía recursos para todo, un gran psicólogo, muy inteligente. La gente pensaba que estaba enfrentado con Kubala y no era verdad. Ocurre que le ponía en los partidos de casa y no jugaba en los de campo contrario porque los planteamientos eran diferentes. HH y Kubala siempre se respetaron.
P. ¿Tan bueno era Kubala?
R. Jamás he visto un futbolista con su técnica. Di Stéfano era más útil para el equipo, pero la calidad de Kubala no la tenía nadie.

 

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